Me adentré en el bosque e,
inmediatamente desapareció la claridad, que fue remplazada por las inmensas sombras
de los árboles. El bosque era muy denso, así que había humedad, y las grandes
copas no dejaban pasar la luz del sol. Recuerdo
que cuando era pequeña no me gustaba venir aquí para nada, pensaba que era un
lugar demasiado triste, sin vida. Pero después ya no era así en absoluto, venía
cada día a leer, la tranquilidad que se respiraba aquí era única, y lo sigue
siendo.
Me dispuse a empezar a leer,
estaba junto a un lago, y por curiosidad me acerqué a observarlo. El agua era
cristalina, me veía a mi misma reflejada. Después de unos pocos segundos, la imagen
empezó a cambiar, y en una imagen que no era la mía. Del susto, me aparté
rápidamente. Decidí volver a mirar, pensaba que eran imaginaciones mías. Pero
no era así, no me lo estaba imaginando, realmente había el rostro de un hermoso
joven. Me miraba con cara de asombro. Empezó a mover los labios, y me dijo: “¿Qué
haces allí?, ¿Quién eres?”. Y yo le seguí la conversa. Al parecer él tampoco
sabía que pasaba y porqué pasaba, es decir, él también me veía reflejada en un
lago, como si fueran mundos diferentes.
Seguí volviendo cada
tarde al lago, y cada vez nos cocíamos más, y también nos enamorábamos mas, esperaba
ese momento del día con impaciencia. Pero sabía que no iba a poder aguantar
cada día de mi vida así, sin poder verle en persona, sin poderle tocar nunca.
Tanto era el sufrimiento, que decidimos quitarnos la vida. Nos suicidamos uno
al frente del otro, mirándonos a los ojos.
Dayana Velásquez García.
Dayana, me gusta mucho tu historia porque es como de fantasia y a la vez romántica! El cuento puede pasar en cualquier época y esto esa muy bien.
ResponderEliminarFarners Miró
Me a gustado mucho el relato, es muy original. Ademas es muy romántico ya que aparece una chica muy solitaria y la historia pasa en un lugar misterioso, el bosque. Me a sorprendido el final, pero me a gustado.
ResponderEliminarNoemí Amorín