miércoles, 23 de mayo de 2012

JÚLIA



JÚLIA

Era miércoles 30 de enero, y  Juan y yo acabábamos de tener a Júlia, nuestra preciosa hija. Cabello moreno, de piel blanca y con unos ojos muy grandes y oscuros.
Tal día como ése, Juan me dijo que tenía que llegar antes al trabajo y que por eso no podría estar a mi lado en cuando Júlia naciera. Llevábamos tanto tiempo esperando que naciera, que encontré muy extraño que pudiera faltar y más con una escusa tan mala como la era aquella.
La mañana siguiente, como bien dijo, se levanto cuando el sol aún no había salido, vi como cogía una manzana de nuestro huerto y se iba. Antes de irse, pero, vi como dejaba una carta encima del mueble del comedor. Se fue con tanta prisa que no tuve tiempo de leerla.
Me cogí fuerte de la barriga y comencé a andar unos metros detrás de él sin que se diera cuenta de mi presencia.  Ando durante 2 horas y media. Yo no podía mas, en muchas ocasiones tenia la sensación de que Júlia me iba a salir disparada. Ando sobre piedras, hierba, xarcos de barro, agua…es verdad que no eran las mejores condiciones para una mujer de 35 años y de nueve meses embarazada, pero Juan llevaba des de la noticia de mi embarazo muy extraño, i quería saber que era lo que sucedía.
Subió... bien, subimos una alta montaña durante media hora más. Yo, escondida entre los matorrales, vi como escalaba 2 pequeñas rocas, se ponía en lo más alto de ellas y gritaba. Gritaba con mucha fuerza. No decía nada en concreto, solo gritaba, la rabia le salía de la boca, no le hacia falta decir nada, sus llantos, sus gritos de dolor, hablaban por él.
Lo vi dispuesto a hacer algo, lo sabía, sabía que es lo que iba a hacer, pero no quería imaginarme que seria capaz. Pero acerté.En un abrir y cerrar de ojos, el cuerpo de Juan se lanzaba al vacío… No pude hacer nada, no pude sentir nada, no pude decirle nada, no me salían las palabras. Me había quedado petrificada.
Estuve horas llorando encima de la ultima roca que le rozó su piel, buscando desesperadamente su cuerpo en ese agujero negro, pero la niebla me lo hacía imposible. Volví a casa tras andar de nuevo esas 3 horas.
Fue justo llegar que Júlia decidió hacer el paso y empezar a buscar la luz que la guiaría hacia su nuevo mundo. Tardé 4 horas en sacarla. Suerte de mis vecinos, que me ayudaron en todo momento. En cuando pude levantarme, la mañana siguiente, fui rápidamente al comedor a coger la nota que Juan había dejado justo antes de irse. 
 I esa fue su última petición.



Mar Benach

2 comentarios:

  1. Es una historia muy bonita y creo que es fácil trasladarla a cualquier período de tiempo. Me gusta mucho tu manera de escribir. ¡Está muy bien!

    Júlia Prieto Gil

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  2. Me ha gustado mucho tu historia porque no es un tema muy común ya que normalmente una persona no se suicida cuándo está a punto de tener un hijo, por eso es original!
    El problema es que no he entendido muy bien el mensaje de la carta al final. Pero a parte de esto está estupenda!
    Farners Miró.

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